Nélida Vargas trabaja actualmente a tiempo parcial en el comercio. Tiene 35 años y vive con su hijo de siete años en su hogar en el Zaidín, vivienda que mantendrán al menos durante cinco años gracias al acuerdo con el Banco Santander por el que pagarán 27,11 euros al mes en concepto de carencia.
Vargas compró su vivienda con su entonces pareja en 2004. «Pagábamos», señala, «pero ya en 2012 tuvimos que hacer una reestructuración por la que me hicieron pagar 2.500 euros de gastos y contratar tres seguros».
«Me terminaba en marzo de este año, pero en septiembre del año pasado entré en Stop Desahucios», en la asamblea del barrio, indica Vargas. «En el banco me han estado dando vueltas, pidiéndome documentos«, pero antes de cumplirse su año en Stop Desahucios llegó la solución que da un respiro a esta madre trabajadora.
«Stop Desahucios son los mejores, estamos muy unidos. Entré muy nerviosa en el grupo. Ahora hago hincapié en ir a la formación, a las asambleas y a las acciones. Si no participas, esto se acaba y no habrá nadie para ayudar a nadie. No es una gestoría», transmite Vargas sobre todo a las y los nuevos trabajadores que se acercan a Stop Desahucios.