Nuestra compañera Rabía M. ha conseguido la firma de un acuerdo de reestructuración con el Banco Sabadell, acogiéndose al código buenas prácticas y asumiendo finalmente un importe mensual de 21 euros por su hipoteca durante los próximos cinco años.
Los antecedentes con el Sabadell
Rabía firmó una hipoteca en el año 2006. La vivienda se encontraba en Alicante, y al principio no hubo mayores problemas para pagar unas letras que llegarían a rondar los casi 1.000 euros al mes. Con el paso del tiempo la situación se complicó: tuvo que desplazarse a Granada para el cuidado de un familiar y los diferentes negocios de hostelería en los que trabajaba ya no daban para poder enfrentar todos los gastos. En el año 2012 ya no podía seguir pagando la hipoteca.
En un primer momento intentó buscar una solución por su cuenta con la entidad bancaria, llegando a firmar varias carencias, pero poco a poco el caso se iba complicando. El paso del tiempo hacía que fueran varios los factores que se acumulaban: la debilidad que supone el enfrentarse individualmente al banco, los gastos de notaría, las interminables gestiones y la demanda constante de documentación y trámites burocráticos. Mientras tanto, el Sabadell callaba acerca de todas las posibilidades que, como entidad acogida al código de buenas prácticas, tenía la obligación de ofrecer.
Empezó a trabajar como camarera de piso, con las terribles condiciones laborales que imperan en este sector, y fue entonces cuando la situación se hizo ya insostenible. Al acabarse la carencia la situación se hizo ya insostenible. Rabi ya no podía seguir así.
Organizado siempre es más fácil
Fue en abril de este año cuando, a través de una amiga, conoció al grupo Stop Desahucios Granada 15M. Se acercó al Local de la Ribera, en el Zaidín, y empezó a participar en la asamblea que se realiza todos los miércoles. Allí comenzaron a explicarle los derechos que tenía y las posibilidades que se podían plantear. Empezó a buscar la documentación necesaria y a realizar, con el apoyo de compañeros del grupo, el conjunto de escritos para presentar en la entidad.
Comenzó entonces el habitual trasiego de documentación que se produce en estos casos. El banco recogía la que se presentaba y exigía una nueva. La compañera no se rindió, contó con la ayuda del grupo y fue presentando papeles hasta que finalmente la entidad accedió a la reestructuración.
“Tengo mucho que agradecer al grupo y me ha sido de mucho apoyo, porque cuando encuentras personas que te aconsejan y te acompañan, ya se va de otra manera al banco. Vas más segura”, afirma sobre el colectivo Stop Desahucios 15M Granada. Por eso tiene claro qué es lo que le diría a esas personas que se pueden encontrar en situaciones semejantes a la que tenía ella como punto de partida: “Le digo a todo el mundo que acuda a Stop Desahucios porque no puede estar en mejores manos. Te enseñan lo qué hay que hacer en cada momento. Están dispuestos a apoyar a todo el que le hace falta de manera desinteresada”.
Por eso ahora sigue participando en Stop Desahucios, haciendo todo lo que puede dentro de sus posibilidades: “He ido aprendiendo en el grupo y ahora sé cosas de nuestros derechos y de las leyes que hay que antes no sabía, y en la medida que pueda intentaré ayudar a otra gente como me han ayudado a mí, porque esa es la base del grupo: la solidaridad de unos con otros y el apoyo mutuo”.
La única lucha que se pierde es la que no se da
Así funciona nuestra manera de hacer las cosas. Nadie paga y nadie cobra. Cuando uno viene pidiendo ayuda, se le da. En el camino se produce un inevitable aprendizaje (sobre cómo lidiar con las entidades bancarias, qué derechos reclamar y la manera de hacerlo, qué medidas poner sobre la mesa para hacer la presión necesaria, etc.), y esa misma persona será la que mañana apoye al que venga después. Una cadena donde todos los eslabones son necesarios. Una manera de no estar solos frente a unos enemigos tan descomunales como desalmados.
La lucha es el único camino
Sí se puede