Iván B. junto a su esposa Lorena y sus dos hijos menores de edad ya pueden descansar tranquilos. Han conseguido con Unicaja un acuerdo de condonación total de la deuda que tenían con esta entidad. Unicaja, después de haberse quedado con su casa, todavía le reclamaba una deuda de 100000 euros por la vivienda que tenían en la localidad de San José de Malcocinado, provincia de Cádiz.
Iván y su familia firmaron una hipoteca en el año 2006 con Unicaja y como en otras tantas situaciones empezaron a tener problemas en 2009 a raíz del comienzo de la crisis económica y de quedarse en paro: con 700 euros que cobraba de desempleo tenía una letra de 500 y no había manera de cuadrar los números.
Cuando fueron al banco a buscar ayuda, la única solución que le ofrecieron fue una tarjeta de crédito para que pudiera utilizarla para pagar la hipoteca cuando no pudiera de otra manera lo que era todos los meses y lo que no hacía otra cosa que ir engordando y generando más deudas.
Con el tiempo, a medida que se iba agravando la situación, le ofrecieron una carencia que pudieron firmar y que les proporcionó un leve respiro al permitirles pagar una cantidad menor. Pero desde Unicaja aprovecharon esta firma para meterle las famosas cláusulas suelo (que hasta ese momento no tenían) de manera que lo que tenía que servir para ayudar fue utilizado para conseguir más ventajas por parte del banco: cuando el Euribor empezó a bajar, su letra seguía sin hacerlo.
La situación con Unicaja no dejaba de empeorar
Los años de respiro pasaron volando y cuando terminó la carencia, desde el banco le propusieron algo similar a una ampliación de la hipoteca. En ningún momento le hicieron mención de ninguna de las medidas que vienen recogidas en el Código de Buenas Prácticas y de las que tenían la obligación de firmar.
La situación que parecía que ya no podía ser peor se agravó más todavía cuando Iván empezó a tener problemas de salud que hacían que tuviera que ingresar y salir del hospital periódicamente sin que supieran durante un tiempo que es lo que tenía hasta que finalmente le detectaron una grave enfermedad.Tenían que operarlo y por recomendación y necesidades médicas tuvo que dejar su pueblo y venirse a vivir a Granada, tras ser operado en Córdoba, donde pasó su convalecencia.
En el intervalo de tiempo en el que esperaba para que lo operaran encontró trabajo en Granada y además le llegó el tocho para desahuciarlo de la que era su casa pues su estancia en Granada no era más que temporal. Intentó llegar a un acuerdo con el banco pero Unicaja estaba cerrado en banda y no le daba ninguna solución que pudiera ser viable. Finalmente Unicaja se quedó con su vivienda y aprovechando que en ese momento vivía en Granada, se la quedó por una cantidad mucho menor que si se la hubiera adjudicado como la vivienda habitual. El resultado final: Iván y su familia se habían quedado sin su casa y todavía tenían una deuda considerable con este banco. Era junio de 2015.
Me he quitado un peso de encima
Sin embargo un hecho marcaría un cambio en el rumbo de Iván y su familia. En noviembre de 2015 conoció el grupo de Stop Desahucios Granada 15M, “si lo hubiera conocido antes, en la situación en la que estaba, podía haber hecho infinidad de cosas y haber salvado mi casa” nos reconoce. Empezó a participar en las asambleas en el barrio del Zaidín y empecé a mandar escritos al banco. “Nos sellaban los escritos aquí pero se lavaban las manos y nos mandaban para Cádiz” nos dice.
“Desde 2013 hemos presentado escritos, muchas vueltas al banco, muchas concentraciones y protestas a la puerta de Unicaja pero todo esto ha valido la pena” nos comenta y es que después de años de dura lucha y de no rendirse, finalmente, Unicaja aceptó la condonación total de la deuda. Fue en marzo de 2019 y para Iván y su familia fue una excelente noticias: “Me he quitado un gran peso de encima” nos comenta con una enorme sonrisa.
La importancia de estar organizado
“Para mi haber encontrado al grupo, aunque llegué tarde para lo que yo quería porque quería conservar mi vivienda, fue excelente. El grupo de amigos que allí encuentras, el compromiso que hay con el resto de compañeros, el que te apoyen sin pedirte nada a cambio fue extraordinario y como decimos en las asambleas sí se puede” nos explica después de su experiencia.
Nuestro compañero, tras estos años de lucha y de sufrimiento, lo tiene muy claro: “A cualquiera que esté en esta situación le diría que no se lo piense, que acuda a alguna de las asambleas antidesahucios” porque “muchas veces tenemos dudas de si funciona o no pero es fundamental no pensarlo y arriesgarse porque merece la pena en muchos sentidos”.
Y nos recuerda como fue el día en el que comunicó en la asamblea donde participa en el Local de la Ribera: “estaba muy nervioso cuando iba a dar la noticia de que lo había conseguido pensando en lo que iba a suponer para los compañeros que habían estado tan volcados conmigo”.
Y es precisamente por cosas como esas que Iván nos comenta que “yo ahora sigo apoyando porque me he quitado una deuda económica con el banco pero ahora tengo otra deuda más importante con los compañeros y con otras familias que están pasando por lo mismo que nosotros por lo que lo tengo claro que sigo participando en las asambleas porque ahora estoy mejor que nunca para poder ayudar a otras familias en su lucha por el derecho a la vivienda”.