Lo hemos conseguido
«Luchando, luchando… luchando hasta que lo hemos conseguido.»
«Estar bien» podrían ser las palabras que resumen a la perfección el conflicto de Raúl G. y Bethy G. con la antigua Caja Granada y el actual BMN (recordemos que el Banco Mare Nostrum nació en 2010 tras la fusión de cuatro cajas —Caja Murcia, Caixa Penedès, Caja Granada y Sa Nostra— y la inyección de 915 millones de euros procedentes de dinero público).
A Raúl G., vecino de popular barrio granadino del Zaidín y trabajador de la construcción, perdió su trabajo en el contexto de crisis económica en el que todavía seguimos inmersos. Los casi 800 euros que pagaba de letra engulleron un año de su paro y la realidad comenzó a volverse insostenible. Por su parte, la entidad bancaria no ofrecía ninguna clase de información sobre la situación de su cliente, de manera que Bethy consiguió el contacto con Stop Desahucios y a partir de ahí, muy lentamente, comenzó una carrera de obstáculos que ha finalizado la última semana del mes de noviembre, momento en el cual se ha conseguido la dación en pago y un alquiler acorde a sus actuales ingresos.
Es necesario echar la vista sobre las historias que componen la lucha contra los abusos bancarios para concluir sin temor a equivocarse que se puede ganar. Hace falta organizarse, echar muchas horas y mucho esfuerzo, agudizar el ingenio y ser tenaces. Pero se puede.
Este es un ejemplo muy claro: casi cuatro años de escritos y negociaciones, de idas y venidas a la oficina bancaria, para pasar de una oferta inicial que consistía en un préstamo personal destinado a afrontar la letra (esto decir, más endeudamiento) hasta la dación de pago y un alquiler asequible. Entre medias de todo ello: peregrinaciones con escritos, el acompañamiento rotativo de compañeras y compañeros de Stop Desahucios Granada 15M «Si no vas solo a la oficina es siempre más difícil que te metan algún engaño», arrancar al banco un estudio del caso, llegar a una mesa de negociaciones y no ceder ante las presiones hasta vencer.
El camino, nos lo cuenta Raúl, no es nada sencillo. Nunca lo es cuando la entidad se cierra inicialmente en banda, el abogado de oficio que toca no acaba de implicarse, el director de la oficina bancaria exige más y más documentación, la confianza en que el caso pueda arreglase se tambalea por momentos o se van resolviendo muchos otros conflictos que quizás llegaron más tarde y con peor pronóstico a la asamblea. Sin embargo, así se ha logrado: «Luchando, luchando… luchando hasta que lo hemos conseguido».
Este final no deja de ser un principio, pues cuando las cosas funcionan toca hacerlas funcionar más y mejor. Es una responsabilidad colectiva. Por eso Raúl concluye: «Ahora, que he visto todo eso, quiero involucrarme».