Este 15 de noviembre la convocatoria semanal de Stop Deshucios Granada 15-M (que tiene lugar cada jueves a las 10:30 en la plaza Colón) se ha desplazado a la sede de Caixa Bank en la Gran Vía. No es la primera vez, ni, visto lo visto, será la última.
Se han presentado dos casos con idéntica respuesta por parte de los directivos de la sucursal: no es ya el banco el que gestiona la situación de los inmuebles, y por lo tanto no tienen responsabilidad alguna a la hora de encontrar soluciones (reestructuraciones, alquileres sociales, etc.), son distintas inmobiliarias y fondos financieros las que se hacen cargo ahora de las titularidades. Lo que les cuesta más reconocer es su vinculación directa con estas entidades. Nos encontramos frente al truco del trilero.
De esta manera, Caixabank busca lavarse las manos y evitar cualquier compromiso al que le arrastre el hecho de haber firmado el código de buenas prácticas bancarias (al que se adhirió voluntariamente en su momento). Una jugada de ingeniería empresarial que solo busca acumular más beneficios, evidenciando así el desprecio absoluto que tienen por las familias que fueron sus clientes. Obviamente, se trata de una práctica que despertaría el rencor y la inquina de la ciudadanía si fuera lo suficientemente conocida, razón por la cual Caixabank invierte enormes cantidades de esfuerzo y dinero en tareas de blanqueamiento a través de su Obra Social.
Ya hemos hablado con anterioridad de esta sucia realidad, fue a raíz del caso de nuestra compañera Ana Mari. Quien ha sido una de las personas que ha entrado hoy a la sede de Caixabank en busca de algo tan sencillo y justo como una salida negociada a la situación por la que está atravesando ella y su familia (madre e hijo menor de edad). Una vez más, la entidad bancaria ha querido eludir responsabilidades, derivando a los compañeros a otras entidades que en última instancia están subordinadas a ella, echando más leña al fuego e incrementando la incertidumbre y el daño psicológico de la familia.
Esa es su nueva estrategia de una parte significativa de la banca española: confundir hasta vencer. Pero se han olvidado del pequeño detalle de que existimos. Carecemos de su capacidad mediática y de sus herramientas de marketing, pero tenemos determinación y humanidad. Es decir, que nos duele lo que hacen con la gente y hemos decidido no mirar a otro lado. Suponemos que algo difícil de comprender para quien busca acumular el mayor beneficio posible a toda costa. Lo sentimos por ellos.
Caixabank deja a la gente en la calle. No hay campaña publicitaria que lo pueda tapar demasiado tiempo. Pura y dura violencia destinada a cuadrar sus resultados económicos. Esa es la realidad. Y la mostraremos, hasta que negocien.