El caso de nuestra compañera Toñi y Cajasur
Una vez más, el contexto en el que se desarrolla el conflicto de nuestra compañera y el banco que lleva la hipoteca de su casa arranca en la crisis económica en la que los trabajadores seguimos inmersos y que tantas situaciones dramáticas ha propiciado. Toñi y su pareja eran autónomos (recordemos que las cuotas de España son altísimas en proporción con el resto de países vecinos), y tras un periodo en el que la carga de trabajo disminuía progresivamente se encontraron con la imposibilidad de afrontar los pagos a la entidad.
Cajasur, siguiendo el guión establecido de antemano, no ofreció soluciones, sino que en un primer momento propuso una ampliación de la hipoteca, y posteriormente jugó la baza de la presión psicológica, apretando tanto como pudieron a quien no dejaba de ser su cliente.
Como nos narra la compañera, se produjo un momento inicial de parálisis, donde todo parecía apuntar a «que no había salida», una situación de soledad ante los poderes económicos, de fracaso ante las expectativas sociales y de incertidumbre frente al futuro más cercano. Un conjunto de sensaciones que son tristemente familiares para quienes han sufrido en sus carnes los desmanes de la banca en este país…
Sin embargo, el miedo se diluye cuando se construyen lazos entre iguales. Esta vecina de la zona norte de Granada se puso en contacto con Stop Desahucios mediante algunas personas que había conocido en los meses del 15M. Allí encontró tranquilidad y apoyo, un discurso y unas prácticas donde las personas golpeadas por la crisis no son vistas en clave de fracaso, sino como víctimas de un sistema económico voraz que carece de toda ética. No hay razón alguna para que no llevemos la cabeza bien alta. La vergüenza va desapareciendo al mismo ritmo al que la lucha va avanzando y se acaba por abrir un proceso de negociación con el banco.
Meses de conversaciones e interminables papeleos que han concluido con una reestructuración de la hipoteca. Esta, que fue pagada durante la mitad de su duración (había sido concedida a 25 años), contenía cláusulas abusivas.
Ahora Toñi y su compañero afrontan cinco años de carencia y una ampliación a 40 años sin los desmedidos intereses del pasado. Queda solucionar algunas cuestiones relativas al préstamo hipotecario, pero la situación ya no tiene nada que ver con el punto de partida.
A ella se ha llegado mediante la lucha y el apoyo mutuo, superando los problemas uno a uno, poniendo en juego los recursos necesarios. Y es que no podemos olvidar que en el juego de la banca está claro quién parte con ventaja, es primordial adquirir una formación que nos permita estar en condiciones de dar la batalla.
Toñi, a día de hoy, ha pasado de acudir a su oficina acompañada de activistas de Stop Desahucios para negociar a ser ella quien acompaña a otras personas para contribuir a la solución de sus casos. Existen armas con las que enfrentarse a las trampas de las entidades bancarias y salir del agujero al que estas te arrastran, por eso, por mucho que parezca que el agua ya ha llegado hasta el cuello, nuestra compañera anima a todos aquellos que se encuentran con un problema hipotecario a acudir a Stop Desahucios. A no demorarlo hasta que la situación se haya complicado más de la cuenta, a no ceder ante las presiones de los trabajadores de los bancos… No se merecen nuestra tristeza y nuestro dolor, se merecen nuestra respuesta organizada y colectiva.