Ante la injusticia, tenacidad
Vamos a compartir una historia más de Stop Desahucios Granada 15M donde la solidaridad y el trabajo sostenido en el tiempo acaban dando sus frutos. En esta ocasión hablaremos de Teresa y de CaixaBank…
Teresa adquirió su vivienda en el ya lejano año 2000, ubicada en la localidad granadina de Fuente Vaqueros. En aquel momento sacaba adelante los pagos de su hipoteca ella sola, con dos hijos menores. Sería en 2013 cuando las condiciones de su trabajo como auxiliar de ayuda en domicilio comenzaron a complicarse seriamente. Al poco tiempo tuvo una drástica reducción de jornada que la dejó con unos ingresos de 343 euros frente a una letra mensual de 400. Aun así, siguió pagando la hipoteca puntualmente gracias a la ayuda de su hijo mayor, recién incorporado al precario mundo laboral de nuestra ciudad.
Las prácticas abusivas de CaixaBank
Nuestra compañera expuso la extrema precariedad de su situación al director de la sucursal de la entonces solo denominada La Caixa con quien había firmado (y abonado, no se nos olvide) la hipoteca, su respuesta fue de una crueldad calculada: que su obligación era pagar, aunque dejara de comer para poder hacerlo.
Al año siguiente, en 2014, el hijo se fue al paro y ya no existían recursos económicos para afrontar los pagos. Desde la entidad bancaria le dieron lo que según ellos era la única solución posible: dación en pago (recordemos que a estas alturas estaba ya desembolsada la mayor parte de la hipoteca) y un alquiler social de por vida (cuando en ese momento, esta entidad había firmado voluntariamente adherirse al Código de Buenas Prácticas, nunca le explicó qué otras medidas se podían desarrollar para mantener su casa casi amortizada).
Teresa se encontraba en una situación de enorme fragilidad y precariedad, y como en tantas otras ocasiones, a la incertidumbre material se le sumó un enorme sufrimiento psíquico. En un estado que ella misma define como depresivo y siguiendo tratamiento farmacológico, CaixaBank la cita para firmar el contrato del alquiler social. Se le negó la posibilidad de ir acompañada, se le dieron diez minutos para hacerlo (un tiempo insuficiente para leer con detenimiento el contrato, y más estando medicada) y no se le permitió hablar.
El alquiler era de 170 € más gastos, y con el paso del tiempo llegó el momento en el que Teresa tampoco pudo afrontarlo. Ya en otoño de 2017 recibió la notificación del desahucio previsto para mediados de enero del año siguiente… el contrato que firmó no era vitalicio, tenía una duración específica de solo 3 años. Una amiga suya le animó y acompañó a la asamblea de Stop Desahucios del Zaidín. Corría el mes de noviembre y el plazo apremiaba…
Como en tantas otras veces, el trabajo de despacho y papeleo se conjugó con el activismo de calle. Se realizó una concentración contra el desahucio en las puertas de Caixa Bank, se consiguió parar el proceso judicial y se inició una dura negociación con la entidad y Building Center («Sociedad de CaixaBank centrada en la desinversión de la cartera de inmuebles procedentes del grupo», tal y como se definen a sí mismos); esta sociedad, conviene recordarlo, es la inmobiliaria de CaixaBank encargada de quitarse de encima su activos de ladrillo más molestos, lo que en ocasiones se consigue vendiendo enormes lotes de viviendas a fondos buitres norteamericanos.
La negociación
¡Hubo que rechazar hasta en 8 ocasiones el contrato facilitado por el banco! Una y otra vez ellos ponían sus trampas, mientras los compañeros y las compañeras del colectivo las desactivaban y solicitaban una nueva redacción. De una duración anual se pasó a 4 años renovables y a una cantidad de 100 € mensuales.
Teresa nos habla con franqueza: «La lucha es el único camino, pero con compañerismo y empatía. Poniéndote siempre en el lugar del otro». Tras la ayuda recibida, toca ayudar. A día de hoy acude a las asambleas semanales y se encuentra inmersa en la formación para ser mediadora. Su actual pareja va a las acciones de los jueves por la mañana. La pelea continúa. Mientras la situación de la vivienda en este país continúe siendo dramática para una cantidad enorme de familias, seguirá siendo necesaria la autoorganización. Los desahucios son una realidad cotidiana que debe ser visibilizada. Las lógicas de la banca tienen que ser conocidas y repudiadas, hacer un negocio de la vulnerabilidad no puede ser una práctica admitida por una sociedad razonable y con un mínimo de escrúpulos.
La lucha contra las prácticas abusivas de Caixabank sigue